miércoles, 6 de agosto de 2008

Hiroshima recuerda a las víctimas de la bomba atómica

Hoy se conmemora el 63 aniversario del lanzamiento de la bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. Unas 45.000 personas se han concentrado en el Parque de la Paz de la ciudad para guardar un minuto de silencio a la misma hora en que tal día como hoy en 1945 Estados Unidos lanzaba la bomba sobre la población civil. Hoy se ha rendido homenaje a las víctimas que sobrevivieron y que aún sufren secuelas psicológicas y físicas.

Entre los asistentes al homenaje se ha encontrado el primer ministro de Japón, Yasuo Fukuda, quien ha destacado que su país sigue apoyando los principios de no fabricar, no poseer, y no permitir armas nucleares.
"Hoy en Hiroshima de nuevo me comprometo a que nuestro país mantenga firmemente los tres principios antinucleares y que lidere la sociedad internacional a favor de la abolición de las armas nucleares para sostener la paz", ha explicado Fukuda.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, también ha hecho llegar un mensaje a los supervivientes de Hiroshima en el que ha expresado su "determinación de lograr un mundo seguro y en paz sin armas nucleares".


Durante este 63 aniversario la novedad ha sido la presencia de China, potencia nuclear que por primera vez ha asistido a la ceremonia homenaje.
La bomba atómica de Hiroshima causó a finales de 1945 un total de 140.000 muertos, cifra que después ha ido ascendiendo hasta la actual 258.310, debido a enfermedades causadas por la radiación. El 9 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó una segunda bomba atómica sobre la ciudad de Nagasaki, donde dentro de tres días se celebrará un acto similar.


La amenaza en el mundo
La organización ecologista Greenpeace ha aprovechado este aniversario para subrayar "la amenaza que aún suponen las armas nucleares" en el mundo. En un comunicado, se ha recordado la bomba de Hiroshima explicando que "era de uranio enriquecido y estalló "con una fuerza equivalente a 12.500 toneladas de explosivos altamente destructivos".
Para los ecologistas, recordar "esta tragedia cada año debe servir para destacar la amenaza que aún suponen las armas nucleares". "Aunque no sean centrales en el debate público, hay que señalar que casi 30.000 cabezas nucleares siguen en activo y podrían ser utilizadas en cualquier momento", ha comentado Mabel González, responsable de la campaña de Desarme de Greenpeace.


Derecho internacional
En el momento de los bombardeos regían las leyes internacionales para tiempos de guerra firmadas en La Haya en 1899, 1907 y la ley sobre la guerra aérea firmada en 1923.
Art. XXIII de la ley de 1899 puede leerse: Los derechos de los contendientes para dañar al enemigo no pueden ser ilimitados (esto ya lo expresó Kant).
Art. XXV de la misma ley: Está prohibido el ataque o bombardeo de ciudades y aldeas indefensas.
Estos artículos se reiteran en la revisión de 1907.
En 1927 en artículo XXII queda como sigue: Queda prohibido el bombardeo aéreo con motivo de aterrorizar a la población civil, así como la destrucción de sus propiedades y la agresión a los no combatientes.
Artículo XXIV

1.- El bombardeo aéreo es legítimo solamente cuando está dirigido a un objetivo militar, es decir, objeto del cual su destrucción o inutilización constituiría una ventaja en la contienda.
2.- Tal bombardeo es legítimo solamente cuando está dirigido exclusivamente en los objetivos siguientes: fuerzas militares, construcciones militares; establecimientos militares o depósitos; fábricas y centros importantes que se acredite trabajan para el ejército fabricando armas, munición o suministros militares; líneas de la comunicación o transporte usados con propósitos militares.
3.- Se prohíbe el bombardeo de ciudades, pueblos, aldeas, viviendas o edificios no inmediatamente próximos a las operaciones militares terrestres. En los casos donde los objetivos especificados en el párrafo 2 estén situados de modo que sea imposible diferenciar a la población civil de la instalación militar, el avión debe abstenerse de bombardear.
4- En las inmediaciones de las operaciones militares terrestres, el bombardeo de ciudades, pueblos, aldeas, viviendas o edificios con la condición legítima de que allí se concentran efectivos militares, se efectuará teniendo respeto al peligro que representa para la población civil.


El 1 de septiembre de 1939, el presidente de EE.UU. Franklin D. Roosevelt envió un escrito de súplica a los estados contendientes en la recién iniciada Segunda Guerra Mundial cuyo primer párrafo es el siguiente:
El presidente de los Estados Unidos a los gobiernos de Francia, de Alemania, de Italia, de Polonia y de su majestad Británica, 1 de septiembre de 1939.
“El bombardeo aéreo despiadado contra civiles en poblaciones sin defensas en el transcurso de las hostilidades que han existido en medio mundo durante los últimos años, que ha producido el dolor y la muerte a millares de hombres indefensos, mujeres, y niños, han afectado a los corazones de cada hombre y mujer civilizados, y producido una profunda sacudida en la conciencia de la humanidad.”


En aquel tiempo, los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki ya tenían la consideración de crímenes contra la humanidad. La consideración de si acortaron o no la contienda es irrelevante: los contendientes en una guerra no gozan de derechos ilimitados y las vidas de la población civil es un bien que hay que preservar por encima de cualquier consideración. Aun así, el acto de lanzar las bombas, aunque es considerado por muchos como crimen de guerra, contra la humanidad y genocidio, sigue hasta la fecha sin ser realmente condenado o castigado.
Tampoco valen los atenuantes, porque en los crímenes contra la humanidad no existen los atenuantes. Hoy, todos los esfuerzos de la comunidad internacional van encaminados a que actos parecidos no se repitan.

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